Armonía musical, bien explicada

Hoy hablaremos sobre la armonía, un elemento musical imprescindible que debes conocer y controlar.

Etimológicamente, la palabra armonía viene del griego ἁρμονία, que significa juntar, combinar, ajustarse. Solemos asociar armonía con equilibrio, concordancia y elemento agradable, pero lo cierto es que en música no es así: hablar de armonía implica también tratar con tensiones y disonancias.

Definición de armonía musical

La armonía es, junto con la forma musical, el ritmo y la melodía, uno de los cuatro elementos fundamentales de la música.

La armonía se refiere a la verticalidad de las notas, es decir, a los sonidos simultáneos; por eso el elemento fundamental de la armonía es el acorde. Frente a la melodía, que nos habla de sonidos sucesivos (uno detrás de otro) la armonía trata los conjuntos de sonidos que se producen a la vez.

Se trata de la combinación de acordes de forma equilibrada, alternando momentos de tranquilidad (consonancia) y de tensión (disonancia).

Armonía tonal

La música occidental tiene una larga tradición monódica: durante siglos, las canciones se interpretaban a una sola voz, con o sin acompañamiento instrumental. Sin embargo, durante el Renacimiento se experimentó con la polifonía, comenzando por dos voces a la vez y continuando por añadir otras líneas a una melodía principal. Se empleaban distintos modos que comenzaban y terminaban en una nota que se tomaba como referencia: así se comenzó la idea de jerarquización de los sonidos.

Durante el Barroco este concepto se codificó definitivamente, apareciendo el sistema tonal. Esto supuso que toda obra musical se componía en un determinado modo (mayor o menor) y con una tonalidad concreta, lo cual significa crear un sistema en el que todos los sonidos tienen una función y giran en torno a un sonido principal llamado tónica, que da nombre a la tonalidad. Así, en Fa menor la tónica es la nota fa, y las demás están en función de ella, que suele ser el sonido de comienzo y final.

Acordes

La armonía se construye en base a acordes, conjuntos de tres o más notas que suenan de forma simultánea.

Existen acordes tríadas, formados por tres sonidos que suelen estar a una distancia de intervalo de 3ª. Según el tipo de intervalo hablamos de tríadas mayores, si entre el primer sonido y el segundo hay una 3ª mayor, o tríadas menores si entre estos sonidos hay un intervalo de 3ª menor. A estas dos notas se añade otra, a distancia de 5ª justa desde la primera nota.

La nota base y principal sobre la que se construye el acorde y que le da nombre se llama fundamental, y sobre ella se coloca la tercera y la quinta del acorde, pues tales son los intervalos que hay que seguir para su construcción. Por ejemplo, así se forma un acorde de Do mayor y otro de Do menor:

Armonia musical acordes

Mayor riqueza armónica aportan los acordes cuatríadas, que añaden una cuarta nota a un acorde tríada. Es el caso de los habituales acordes de séptima, donde se añade una nota a una distancia de 7ª mayor o menor con respecto al primer sonido (la fundamental).

Incluso existen ciertas épocas y géneros musicales donde se añaden aún más sonidos a los acordes para generar sonoridades peculiares o aumentar la tensión, obteniendo acordes de 9ª (como sucede en la música del Romanticismo), acordes de 11ª (en algunos estándares de jazz), etc. Observa:

Armonia musical acordes

Además, los acordes pueden repetir alguna de sus notas sin perder su naturaleza:

Acorde de Do mayor

Acorde de Do mayor con la fundamental duplicada

Por otra parte, sus sonidos se pueden disponer en diferentes posiciones, llamadas inversiones, según cuál sea la nota que esté en el bajo. Aunque solemos encontrar la fundamental en el bajo, pueden aparecer también la tercera, la quinta o las siguientes:

Acorde de Do mayor inversion

Acorde de Do mayor en primera inversión y en segunda inversión

Acorde de Mi mayor

Acorde de Mi mayor con séptima en estado fundamental, primera inversión, segunda inversión y tercera inversión

Funciones

Toda tonalidad tiene 7 grados tonales, ya que sobre cada una de las notas que conforman su escala se pueden construir acordes. Cada uno de ellos se denomina con números romanos, ordenadamente, desde el I al VII, y no todos son iguales.

En efecto, cada uno de ellos cumple una función tonal diferente. Veámoslas:

  • I: tónica (es el acorde construido sobre el grado primero y principal, que transmite reposo y conclusión, alrededor del cual gira el resto de la tonalidad a la que da nombre)
  • II: supertónica (a veces puede funcionar como subdominante)
  • III: modal (debe su nombre a que es el grado que define si estamos en modo mayor o menor)
  • IV: subdominante (es la tercera función en importancia tras la tónica y la dominante, otorgando sensación de paso y relativa estabilidad)
  • V: dominante (en la jerarquía de funciones, es la segunda más importante; otorga tensión e inestabilidad, precisando resolver en la tónica)
  • VI: superdominante (a veces cumple función de subdominante)
  • VII: puede funcionar como sensible si está a un semitono de distancia de la tónica repetida (VIII), en cuyo caso adopta función de dominante, o puede ser subtónica si le separa de la tónica un tono. También aporta inestabilidad y tensión, como la dominante.

Armonía atonal

A partir del siglo XIX la armonía comenzó a abandonar los principios claros de la jerarquización de sonidos propios del sistema tonal que acabamos de ver. Las tonalidades cambiaban súbitamente, aparecían multitud de disonancias, las cadencias no resultaban consonantes ni claras… Todo ello abrió paso a que en el siglo XX se dinamitase el sistema tonal, realizando experiencias con el atonalismo, también llamado atonalidad o sistema atonal.

El vanguardismo musical trajo como consecuencia la ruptura de la jerarquización de los sonidos o el establecimiento de normas nuevas. Es el caso del dodecafonismo, una experiencia atonal que consiste en otorgar el mismo valor a las 12 notas de la escala cromática, que deben usarse el mismo número de veces en la composición.

Sin embargo, otros géneros contemporáneos como el pop o el rock, así como otros de tradición tonal (salsa, bachata, etc.) han continuado empleando el sistema de funciones tonales, permitiéndonos disfrutar de magníficas canciones construidas únicamente con acordes de tónica y dominante.